Normalmente, lo que hace la quimioterapia es alterar los mecanismos de reparación de las células. Esto es algo bueno, ya que lo que se busca con el tratamiento es destruir las células cancerosas y de esta manera conseguimos dañarlas en menos tiempo que ellas tardan en repararse. Lo malo, es que también se daña la capacidad que tiene la piel para curarse. Por ello las heridas cicatrizan más lentamente y las infecciones pueden ser más severas.
Uno de los agentes más agresivos para el material genético de las células son los rayos ultravioletas del sol. Cada vez que inciden con intensidad sobre nuestra piel, el ADN queda dañado en multitud de puntos. Por suerte, la piel tiene mecanismos muy potentes para reparar esos daños, pero hasta un límite (que es cuando nos quemamos).
Cuando una persona que recibe un tratamiento con quimio se expone al sol, su piel sufre quemaduras solares en mucho menos tiempo de exposición que antes. Es decir, que si antes nos quemábamos tomando el sol 20 minutos, ahora lo haremos en tan solo 5.
Pero esto no quiere decir que no se pueda disfrutar al aire libre, ni mucho menos. Lo que hay es que tener en cuenta algunas precauciones esenciales: hay que evitar tumbarse a broncearse; tratar de salir en horas que no coincidan con el mediodía, cuando los rayos caen verticales y queman más; usar un sombrero o una pamela si se va a dar un paseo largo y usar filtro solar de alta protección, incluso bajo la blusa (muchos tejidos dejan pasar una proporción bastante alta de radiación ultravioleta).
Con estas medidas es posible seguir disfrutando de los días de descanso con la familia. Recuerda que con cualquier duda puedes contar con nosotros y que disponemos de todo tipo de productos naturales esenciales durante el tratamiento. Aquí puedes verlo todo:
*Fuente: elmundo.es
