martes, 22 de septiembre de 2015

POR QUÉ LOS TRATAMIENTOS CONTRA EL CÁNCER AFECTAN AL SABOR DE LAS COMIDAS.

Muchas personas que reciben quimioterapia afirman que uno de los efectos secundarios más frustrantes es que las comidas comienzan a adquirir mal sabor. Esto sucede incluso con sus comidas favoritas: la pasta sabe a cartón y la carne a metal. 

Esto es uno de los motivos principales por los que algunos pacientes pierden el apetito y terminan reduciendo la cantidad de las comidas, ingiriendo menos vitaminas cuando más lo necesitan para mantener las defensas del cuerpo altas y preparadas para todo el proceso que conlleva luchar contra el cáncer.


Todo esto sucede porque la quimioterapia funciona eliminando las células cancerosas. Precisamente estas proliferan rápidamente, y por ello la mayoría de quimios tienen como diana todas esas células que crecen rápido. Las células receptoras del gusto también se regeneran muy rápido, ya que en la base de cada papila gustativa hay células madre que las renuevan de una forma continua. Es por esta velocidad de crecimiento por lo que el tratamiento ataca a las células gustativas, destruyéndolas, modificándolas y disminuyendo el sentido del gusto.

Pero, ¿por qué la comida se vuelve amarga y sabe a metal?

Como ocurre con todos los medicamentos, los compuestos químicos del tratamiento quimioterápico entran en el torrente sanguíneo y de ahí pasan a la saliva. Esta transporta los compuestos químicos a las células receptoras del gusto, que envían señales al cerebro con los sabores “metálico” o “amargo”. Parece extraño, pero realmente podemos notar sabores en el torrente sanguíneo. 

A todo ello hay que sumar que los pacientes también suelen sufrir náuseas durante el tratamiento, algo que contribuye a disminuir su apetencia por la comida.

Nuestro organismo está programado para asociar la sensación de náuseas a algo que se ha comido. Es por eso que cuando comemos algo en concreto y luego enfermamos, el cuerpo lo relaciona, y después cuesta volver a comer ese alimento de nuevo. Los pacientes de cáncer sienten náuseas por la medicación, pero como su organismo lo asocia con algo que han ingerido, eso les crea rechazo al hecho de comer.

Las náuseas es uno de los efectos secundarios más comunes durante la quimioterapia.

Además, hay que añadir a todo esto que la quimioterapia también afecta al olfato. Los receptores olfativos también interactúan con los compuestos químicos en el torrente sanguíneo, pero como las células olfatorias se diferencian más lentamente que las del gusto, la quimioterapia no las afecta tanto.

Las células del olfato también se regeneran a partir de células madre, pero de forma más compleja y larga que las gustativas. Las células del olfato son terminaciones neuronales con conexión directa al cerebro. Cuando renacen, maduran y vuelven a conectarse al cerebro. El sentido del olfato sí se ve afectado por la quimioterapia, pero de forma más leve que el sentido del gusto. 

¿Qué trucos se pueden usar para hacer los alimentos más apetecibles?

Debido a que las náuseas hacen que el cuerpo relacione el hecho de sentirse mal con alimentos específicos, se aconseja no comer alimentos a los que se estén habituados antes de un tratamiento de quimioterapia. Es mejor injerir alimentos inusuales, o inusualmente aromatizados, que no se toman de forma habitual. Quizás se pueda acabar detestando estos alimentos en concreto, pero no tendrá repercusión en la alimentación diaria una vez acabe el tratamiento.

Si el problema radica en la disminución del sentido del gusto, es conveniente tomar alimentos líquidos. Así se favorece la disolución de los sabores y la introducción de los mismos en los poros gustativos.

Tomar alimentos líquidos es una buena alternativa durante el tratamiento.

Otra de las cosas que acentúa el sabor a metálico de las comidas es el uso de los cubiertos en si, por eso una alternativa durante el tratamientos es utilizarlos de plástico o madera para no incrementar este sabor cuando se introduce la comida en la boca.

Como consejos generales, hay que comer despacio y masticar mucho para que una mayor cantidad de alimento contacte con las papilas gustativas. Los sabores ácidos se asimilan más fácilmente, así que se puede usar limón para realzar el sabor de los alimentos. Para potenciar el sentido del olfato, lo mejor es fomentar los componentes volátiles, con especias y hierbas aromáticas.

Una vez el paciente termina el tratamiento y los fármacos se eliminan del organismo, el gusto vuelve  a la normalidad con el tiempo.

*Fuente: scientificamerican.com

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